20090831

Semper Fidelis X


10
Semper Fidelis

Y el reloj mostró que ya eran las nueve de la mañana. Sus ojos estaban empezando a cerrar. De pronto se sintió el girar de las llaves, la dueña de casa había regresado a su dulce hogar e iba al encuentro de su amado. Lo encontró sentado en el catre, pálido y pensativo.
-Hola tesoro, ¿como dormiste?
-En realidad, no he pegado un ojo en toda la noche, he tenido una pesadilla horrible-
-Es verdad, lo noto en tu rostro, tenés unas ojeras terribles, te conviene descansar, yo me voy a dormir, también tuve una noche horrible- y encaró para su habitación.
-Tengo que comentarte un suceso muy extraño que viví esta madrugada, hay algo raro y siniestro en esta habitación- Dijo el muchacho, con agitación.
Pero Gladys ya se había ido a dormir, el ruido de la puerta fue desgarrador.
Entonces omitió el relato de lo sucedido por que era ya inútil. Los ronquidos de la señora no tardaron en retumbar desde la habitación de al lado.
Se recostó y rápidamente el sueño lo venció.
Pasaron varias horas. Gladys despertó. Fue hacía la habitación de al lado. Silvio dormía con pasión, sus ronquidos hacían aullar a los perros.
-Pobrecito, hoy no lo molestaré, necesita descansar bien para estar con toda la energía mañana- y se fué a mirar televisión.
Fué una larga maratón de tv abierta argentina, que duró hasta la noche.
Lo despertó con un beso en la frente, le dejó una bandeja con un sanguche de pebete y gaseosa en la mesita de luz.
-Bueno amor, te dejo la comidita , y me voy que se me hace tarde-
-Gracias- Dijo Silvio, bostezando.
La señora cerró la puerta y nuevamente quedó solo.
Espero una, dos, tres horas. El sueño estaba por ganarle una vez mas. Cuando de pronto se abrieron las puertas del arcaico ropero.
Tras una espeso nubarrón verde, el ominoso engendro se hizo presente. Dio un salto a la cama, se sentó a los pies de Silvio.
-Sss.. Semper?- murmuró el muchacho.
-Ja, veo que te acordas de mí bujarrón, estas haciendo bien los deberes- Dijo la criatura y encendió su pipa.
-Semper, es hora de salir de acá-
-Todo a su debido tiempo, es hora de decirte mi plan- Dió una pitada mas, y tiró el humo al aire, un olor nauseabundo contaminó el lugar.
-Adelante, soy todo oidos- dijo el joven, disimulando una arcada por el aroma del cuarto.
-Bueno, lo primero que haremos una vez que te libere, es irnos de acá, sin despertar a los perros de la gorda, Luego conseguir algo de dinero e irnos a tu ciudad natal-
-Pero si es justo lo que deseaba, trato hecho, vámonos ya- no pudo disimular una mueca de alegría.
-Espera a oir la última parte del trato, falta lo mejor-
-Que es?
-Me tienes que llevar a donde esté esta muchacha-
El duende volvió al ropero, y en un instante volvió con un maletín, lo arrojó con fuerza al pecho de Silvio.
-Ábrelo infelíz, por ahí encontrarás una foto- gritó la criatura.
Abrió el maletín, estaba repleto de piedritas de diamante que brillaban tanto que lo cegaron un poco, bajo estas piedras preciosas, había una foto, cuando la vio bien, se dió cuenta que era una imagen de Josefina, su amor de Frías, y también se dio cuenta que era su foto, que creyó haberla perdido en el día del secuestro.
-Esta foto es mía, que querés con Josefina?-
-Que quiero? quiero secuestrarla, hacerla mi esposa y llevarla para siempre a la tierra de los goblings- Su rostro dibujó una horrorosa sonrisa.
-No, no puedo prometerte eso Semper-
-No tienes alternativa, es eso o quedarte para siempre atado siendo, la presa sexual de una anciana ninfómana, tu decídes- Dijo eso y comenzó a reir despiadamente.
-Esta bien, acepto-
Pensó que era una locura aceptar ese trato, pero también se dió cuenta que era imposible que sucediera, ya que era un duende, además si lograba escapar con el monstruo sería una prueba de que no se había vuelto loco.
-Ahora dame esa foto, devuelta a su lugar porque ahora es mía- Semper la colocó otra vez en el interior del maletín, donde además de los diamantes, había un libro muy antiguo, ''Malleus Malleficarum'', y luego lo cerró.
El gnomo sacó de su bolsillo una llave dorada, y procedió a abrir las esposas.
-Ahora nos iremos, sin abrir la boca ni hacer ruido, oiste?, nos vamos por la ventana y procuremos no despertar a los perros.- Eran las dos de la madrugada del 27 de Mayo.

En Frias era una noche terrórifica, una tormenta se avecinaba. Josefina se levantó agitada de una pesadilla. Corrió hacia la puerta, salió hacia afuera y miró hacia el nublado cielo y dijo:
-Silvio está en peligro-


Continúa......

20090819

Radar Busnelli - Tardes Bermejas





El titán de cristal brama
toda esa carnestolenda
de realidad fantástica
oh! malvado y repugnante mezmerino!
entonces menopáusicas señoras gipan
huyen despavoridas

Hay tardes de humo cobrizo
de zanahorias y supersticiones
Hay tardes en las que solemos estar a salvo
las heridas simulan ser sanadas
en un jardin pelirrojo.

20090814

Páginas Blasfemas



Corría el año 1996. Me encontraba en México. Ese año, el congreso latinoamericano de Literatura se relizó en la Univercidad de Nuevo León, en la bellísima ciudad de Monterrey. Fuí invitado junto a otros novelistas y ensayistas argentinos al evento. Todavía no me consideraba un escritor, pero a muchos les había fascinado mi primer novela "Buscando el Cáliz de la vida en Rabat", recibí afables críticas de escritores reconocidos, candorosos elogios del sector religioso. Aunque en realidad, la novela tenía muy poco, o nada, de religiosa. Era una metáfora sobre la rabia y la defraudación que yo sentía en ese momento sobre las agrupaciones sindicales argentinas. Esa mañana firmé varias decenas de libros a muchos clérigos y sacerdotes mexicanos.
Reconozco que me aburrí bastante en el transcurso del acontecimiento. Estaba organizado tan burocráticamente y con cierto aire de esnobismo, que no fué mucho de mi agrado. Un punto sobresaliente fué el servicio de catering. Delicioso. Disfruté con gusto las diferentes propuestas gastronómicas. Sabrosos ceviches de caracol, suaves huchepos de carne de cerdo, ardientes pero deleitosas enchiladas de mole, para beber una riquísima agua de Tamarindo.
Casi al final del evento, fuí premiado con una placa, como mejor nuevo escritor. Subí al escenario. Di un discurso breve y conciso. Donde en gran parte de el, elogié a la ciudad y a sus comidas típicas. El congreso terminó sin pena ni gloria. En la puerta de la Univercidad me quedé dialogando con una nueva escritora mexicana, muy bonita por cierto, que le habían dado el mismo reconocimiento que a mi. A mi lugar se acerca un sacerdote, estrecha mi mano y me felicita por el galardón que recibí. Mete la mano en su bolsillo, saca un libro y me dice:
-Joven, le otorgo un obsequio muy especial-
Era la sagrada biblia. Yo me preguntaba, que tenía de especial, luego vi la elegante edición que tenía, Tapa y contratapa de terciopelo, señalador de seda, Título de la tapa en dorado.
-Muchas gracias- Le dije amablemente.
-Joven Cosme, lo invito a que nos acompañe al retiro espiritual que estamos realizando en el campo de la capilla de los Dulces Nombres- Dijo, sonriendo.
Acepté la propuesta. No tanto por invitación del obispo sino por que la joven escritora iría también.
Ya dentro del campo, eramos una reunión importante de 30 personas, nos sentamos todos en círculo en el césped, el obispo estaba en el medio. De repente siento unas inquietantes revoluciones desde dentro de mi estómago, Tremendos movimientos internos que estremecían mis entrañas, era la diabólica mezcla de ceviche y la enchilada de mole, que pujaban por conocer el mundo exterior. Solicité cordialmente ir al baño. Fuí acompañado por un monaguillo, dando pazos cortos, abrí la puerta y me abalance sobre el trono. Fué un trance realmente estremecedor. Un gran alivio. Miro hacia los costados buscando el papel higiénico, sin suerte. Ahora miro hacia todo el sanitario buscando, y no lo encontré. Comienzo a transpirar. El cilindro donde debía estar colocado estaba vacío. Busqué algun otro material que se asemeje para realizar el acto. Pero fue inútil. Busqué en mis bolsillos, tenía mis documentos, mi pasaporte, mi billetera, pensé en una media, me maldije por no querer traer una corbata y por olvidar mi pañuelo. Así que lamentablemente la única solución al bochorno fué el obsequio del sacerdote. Abrí el libro y busque, lo que suponía, eran los capítulos menos leídos. Me decidí por la epístola a los Gálatas. Arranque varias páginas. Cometí el hecho y regresé a la reunión. El sacerdote dijo en voz alta:
-Ahora que el hermano Cosme esta de vuelta con nosotros, escuchemos la palabra de Dios-
El padre buscó en sus bolsillos, en su camisa, en sus pantalones, se puso las manos en la cabeza y dijo:
-Pero que distraido que soy, olvidé mi biblia personal en la Univercidad- Y se dió unos pequeños golpes en la cabeza.
De repente se empezó a sonreír se levanto y dijo:
-Pero gracias a Dios, hay un hermano aquí entre nosotros que nos puede ayudar- Y se dirigió hacia donde yo estaba sentado. Estrecho su mano, sonriendo.
-Te la devolveré al final de la reunión- bromeó.
Saqué el libro del bolsillo y se la di, sonriendo nerviosamente. Otra vez empecé a transpirar. El sacerdote comenzó a leer. Todos rezaron. Yo también recé. pedí a Dios para que el cura no leyera la epístola a los Gálatas.


Cosme Sigaly