20090421

Semper Fidelis II



3.
Despertóse en el lecho, afuera comenzaba el ruido tradicional
de Constitución y entraba un suave aroma a churro y garrapiñadas.
De un salto, se levantó de la cama, en el piso se puso a hacer sus series de flexiones y abdominales diarias, mientras que en la mesa de luz, una cucaracha lo miraba como diciéndole, Buen día Silvio!.
Entró en el baño, y aunque se quedó con una de las canillas en sus manos, pudo darse un cálido refresco mañanero.
Al bajar al "lobby del hotel" notó que la muchacha oriental del día anterior ya no estaba, la había reemplazado un señor gordo vestido de azul, que al parecer, hacia las veces de portero, estaba sentado durmiendo con los brazos apoyados sobre el mostrador. Como solo había pedido una noche y pagó por adelantado, Silvio quería entregar la llave e irse, pero no quería despertar al viejo, así que levantando suavemente unas de sus manitas, coloco el sobre con la llave, como casi un gesto de ternura.
Era un soleado sábado de marzo, Caminó hacia la plaza, se sentó en un banco, se dispuso a chequear la guia T, tenia dos días para recorrer el distrito federal, el lunes tenía que presentarse en la facultad de derecho, en Figueroa Alcorta, no estaba muy seguro de como era el tema universitario, eso lo incomodaba un poco, el exilio de Frías, y los oscuros sucesos que ultimamente ocurrieron en ese pueblo, lo llevaron a elegir esta carrera, aunque no sabia, si era lo que realmente quería, decidió guardarse todo ese equipaje de dudas, nerviosismo y cierto miedo para la cita del lunes.
Siguió chequeando la guia T, contando las calles y las cuadras con los dedos, el dinero que tenia no era escaso, pero tampoco abundaba, de su bolso sacó una flamante agenda electrónica, obsequio de Zaqueo Furesi, con una calcomanía de Jesucristo en el dorso. Comenzó a anotar en la agenda: de plaza Constitución a obelisco _ 19 cuadras; del obelisco a casa rosada _ 10 cuadras, de pronto una voz lo interrumpió en su tarea.
-Amigo, ¿no te sobra una moneda? era un adolescente con visera y musculosa.
-Sobrar creo que no, pero tengo algo- y del bolsillo sacó una moneda de un peso y se la dio.
Inmediatamente el joven se sentó a su lado en el banco y le estrechó la mano.
-Que dios te bendiga amigo, me llamo Diego.
Diego le contó que desde su madre lo echó de la casa, vivía en la plaza, que no tenia nada de que avergonzarce, porque en la plaza estaba mejor que en su casa, tenia mejores amigos, ganaba mas plata y se sentía mas seguro que en cualquier otra
parte, le dijo también que junto a sus amigos eran los dueños de la plaza, que ni la policia tenia tanto poder como ellos.
Silvio comenzó a incomodarse un poco.
-Amigo, si necesitas algo, faso, merca, putas, tenés que encontrarme acá en la plaza y pregunta por mi, por Diego, acá todos me conocen-le dijo, colocando su mano en el hombro de Silvio como queriéndolo abrazar.
De pronto se acercaron cuatro jóvenes al lugar, con la misma impronta de Diego, un par de ellos por sus rostros, estaban empezando a dejar la adolescencia.
-Por ahora, no necesito nada de eso, me despido, ha sido un gusto- Silvio se levantó rápidamente.
-Aguantá un toque, ¿no querés conocer a mis amigos? exclamó Diego abriendo los brazos.
-Tal vez en otro momento, sin mas, me despido señores- Silvio encaro hacia la calle Lima.
A sus espaldas escuchó murmullos y risas, apuró el paso, Silvio estaba algo asustado, quería salir de esa plaza lo antes posible. Antes de cruzar la calle, escuchó una voz casi familiar.
-¿Sale un chori master? el gordo Barbosa, ya se encontraba cortando el pan en dos, tenia el rostro transpirado y ruborizado.
El estómago de Silvio hacia sonidos diabólicos asi que accedió.
-deme uno por favor.
Caminó, caminó y siguió caminando, por la 9 de Julio, cuando estaba transitando la octava cuadra se dio cuenta que la agenda electrónica, ya no estaba con el. Diego y sus amigos, pensó, y echó una maldición al aire. El obelisco se dejaba ver a lo lejos.
Cuando llegó se quedo cinco minutos contemplándolo, al quinto minuto, toda la emoción se le había diluido, aquel objeto fálico no era mas que un gran bloque de piedra, altísima y erecta.
Estubo toda la mañana y el mediodía recorriendo Buenos Aires, las peatonales Lavalle y Florida, plaza Congreso, La fuente de Lola Mora, pasó también por el cabildo, al pasar por la catedral, se le piantó un lagrimón, al leer que allí descansaba el General San Martin.
En plaza de Mayo se sentó en un banco, eran las cuatro de la tarde, las piernas le temblaban, habían sido muchas horas de caminata, se quedó contemplando la estatua de San Martin, los ojos se le fueron cerrando de a poco, y casi sin darse
cuenta, se quedó dormido.



Continuará.

20090406

Espejismo





No sé si existió alguna vez ese mundo

flotando perdido en las aguas del tiempo.

Yo lo he visto a menudo con su bruma violada,

parpadeando en el fondo de algún sueño vago:

Sus torres extrañas,insólitos ríos,

laberintos inmensos,luminosas cavernas,

y cielos enmarañados,como esos que tiemblan,

ansiosos,al presagio infernal de la noche.

Sus marejales llegan a la costa juncosa y desolada

Donde unos pájaros inmensos giran;y en la cima ventosa

un pueblo antiguo yergue sus blancos campanarios

cuyos repiques vespertinos aún oigo.

No sé que tierra es esa...no me atrevo

a indagar cuándo ni porqué fuí o iré allá.





Howard Philips Lovecraft.