5.
Perking´s
Luego de esa extraña escena, se levantó, se puso su liviana mochila al hombro, y se fue por la avenida Saenz Peña, estaba atardeciendo. Las luces de la noche porteña comenzaban a iluminar un paisaje encantador, gente que iba y gente que venía, estaba comenzando la noche del sábado. Buenos Aires estaba en su salsa.
-Que lindo es Buenos Aires de noche- Se dijo.
Caminó, y siguió caminando. Con una sonrisa de oreja a oreja, sin dejar de mirar de reojo a las señoritas que se cruzaba.
-Las chicas mas lindas del mundo- dijo, y sonrió.
Estaba realmente contento. Era como una abeja recolectándo néctar en un jardin expléndido, libre. Pero en todos los jardines hay sapos.
Había quedado fascinado por las peatonales, optó por un paseo nocturno por ahí, se comió un super pancho con mostazac y papas fritas arriba, vió una pelicula de Jeremy Irons en el Atlas Lavalle, al salir, se lamentó de haberse quedado dormido quince minutos antes de que termine el film. Caminó algunos pasos. Sintió una joven vos sobre su hombro.
-Te queres divertir máquina?
Era un muchacho flaco, alto, vestido de gala.
-Te tomás unos tragos, buena música, hay muchas chicas- guiñando un ojo.
-Si, quiero divertirme, es mi segunda noche en esta ciudad y me gusta mucho bailar, donde es la peña? Dijo Silvio.
-Es aca enfrente, vamos- El lungo, le dió una pequeña tarjeta, decia "Perking´s en relieve naranja.
-La entrada sale 30 pesos, pero porque me caiste super bien te la doy gratis.- le dijo palmeandole la espalda.
-Mirá que no tengo demasiado dinero, me quedaré solo un rato
-Eso decíselos a las chicas después, pequeño brivón- Dijo el joven sonriendo
-Esta bien.
El muchacho lo dejó en la puerta. Entró. Habia otro hombre con traje, este era calvo. corpulento y petiso.
-Buenas noches, me permitiria ver su entrada? le dijo
-Buenas noches- le dio la pequeña tarjeta.
-Bienvenido- y le abrió paso corriendo una cinta roja.
El boliche se veía bien, habia luces azules y luces rojas, se escuchaba música electrónica, aunque estaba medio vacio. Pero la noche estaba en pañales, pensó Silvio.
Lo recibió una señora robusta, con un vestido negro, elegante.
-Como andas querido, sentate ponete cómodo, pedite algo para tomar, tenes una consumición gratis.
-Una caña bien fria por favor- Le dijo, y se sentó.
De pronto, sobre sus rodillas se sentó una muchacha.
-Hola, me llamo Pilar- Dijo la joven y le dió un beso en la mejilla.
-Ho hola soy Silvio- Sorprendido.
Era hermosa. Tenía el cabello color castaño, largo, un cuerpo que rozaba la perfección, su aliento era de frutilla.
Algo en el interior de Silvio, explotó como un volcán. En su pecho, en su cabeza, en su estómago. Quedó completamente rendido ante esa muchacha de ojos gigantes y voz suave.
Estuvieron hablando un rato. Ella le dijo que vino de Santa Fe, a trabajar como modelo y que era de Géminis. El le dijo que venia de Santiago del Estero a estudiar derecho y que estaba perdido en sus ojos.
Luegos de unas cuantas palabras mas, la joven de dijo:
-Vamos para arriba?, vamos a estar mas tranquilos.
-Oh, pero como que no, vamos por favor.

Por una escalera caracol, subieron un piso mas arriba.
Entraron en una habitación pequeña, la ténue luz que irradiaba el velador que estaba sobre la mesa de luz junto a la cama, le daba al cuarto un clima misteriosamente erótico.
La muchacha se arrojó sobre la cama.
-Vení, no tengas miedo, relajate- Y del cajón de la mesa de luz sacó un paquete de condones. Lo abrió con los dientes.
-Vamos, te estoy esperando - Lo llamó con el dedo índice.
Silvio dejó su mochila sobre el costado y se sambuyó sobre la cama.
Fué un rato mágico. Disfrutó cada segundo de pasión, como si fuera la primera vez. Pilar era una experta en el asunto. Lograba sincronizar en cada espasmo de placer del joven santiagueño, sus jadeos de sirena diabólica. El acto carnal concluyó con un alarido desgarrador, a duo.
Quedaron unos segundos acostados boca arriba. La joven encendió un cigarrillo. El se quedó contemplando su cuerpo desnudo blanco y bello.
Al cabo de unos minutos golpearon la puerta. Comenzó a sonar una especie de alarma en la habitación. Aguda, intermitente, horrible.
Pilar se levantó, se vistió rápidamente y dijo.
-Adios Amor, realmente lo disfruté.
Antes de que Silvio contestara, la joven abrió la puerta y se fué del cuarto.
Con la mayor rapidez posible, se vistió y salio tras de ella. Se sentía en el aire, la estela de su hipnótico perfume. Bajando las escaleras se topó con el hombre calvo de la entrada. Que lo detuvo, poniéndole una mano en el pecho.
-Donde vas tan apurado campeón?
-Has visto a una chica bajando las escaleras?
-Si, Pilar acaba de irse. Pero quedate tranquilo amigo, que la noche es joven. Te pido por favor que te acerques a recepción y preguntes por Gladys.
Completamente furioso y confundido, Silvio bajó.
-Hola que tal, soy Gladys, como te fué lindo? Era la misma señora robusta que habia visto tiempo atras.
-Me quiero ir de aca.
-Bueno, tenias la entrada sin cargo, la bebida que bebiste tambien sin cargo, estuviste una hora con Pilar, Una de nuestas mejores chicas vip, en fin, son $300 pesos.
-Trescientos pesos de que? No me tome por estúpido por favor.
-Querido, no te diste cuenta de que esto es un cabaret? Dijo Gladys casi sonriendo.
Silvio quedó helado. De pronto se acercaron dos hombres, era el calvo de smoking y otro señor, morocho, alto, muy bien vestido tambien.
-Algún problema Gladys? Dijo el señor alto y moreno.
-Eh... solo un malentendido aca con la tarifa, nada importante- Dijo Gladys
-¡Yo no pienso pagar un centavo, me voy de aca!. Gritó Silvio enfadado. y encaró hacia la salida.
En ese momento sintio que lo tomaban de los hombros. Era el morocho alto.
-¡Soltame, la puta que te parió! gritó e intento sacarle la mano.
El morocho lo tomo del cuello, lo suspendió unos segundos en el aire y lo arrojó donde estaba parado el calvo, que lo recibió con una tremenda patada en el estómago.
Silvio cayó al suelo. Sin respiración.
-Ahora vas a ver lo que le hacemos a los que se hacen los cancheritos como vos- dijo el negro y le pegó otro puntapié, en el pecho.
Lo levantaron, y lo llevaron hacia arriba, en otra habitación, era fría y oscura. Lo desnudaron. Le ataron una correa de cuero en el cuello, le pusieron esposas, en las manos y en los pies y le tiraron un balde de agua encima.
-Dentro de un rato comienza la diversion para vos, cocorito- Pegaron un portazo y se fueron riendose a carcajadas.

Pasaron algunos minutos. Otra vez se abrió la puerta. Era Gladys.
-Nene, si me hubieras seguido la corriente, esto no pasaba- Dijo la señora con los brazos en jarra.
Silvio no hizo mas que mirarla. Con sus ojos tristes.
-Te propongo un trato. Si aceptas irte a vivir conmigo un tiempo. Te salvo de estos animales-
-Que... que me van a hacer? Silvio Temblaba.
-Cosas horribles, odio cuando hacen esto, déjame salvarte.
-Si, por favor, no quiero sufrir mas- aceptó.
Gladys sacó un gran llavero de su bolsillo y le habrió las esposas de los pies. De la mano lo sacó de aquel cuarto horrible.
-Aprovechemos ahora que estan tomando unos tragos- Dijo la señora.
Bajaron las escaleras, entraron a una puerta que daba hacia un patio pequeño, en el patio habia una gran caja de madera con ropa y sabanas.
-Escondete aca adentro,no hagas ningun ruido, aca nunca te van a encontrar- Le dijo. Luego lo alzó y lo dejó dentro de la caja.
-Quedate tranquilo, luego te vengo a buscar- y cerró con candado la caja.
Silvio quedó encerrado, en aquel habitáculo oscuro. Maldiciendo su suerte. Defraudado consigo mismo por ser tan ingenuo. Los cabarets de Buenos Aires, estaban lejos de parecerse a los piribundines de Frias, Donde el servicio era ameno y Rápido. Recordaba las noches en "El Hornero", las partidas de truco y el vino con soda.
Estaba temblando, hacia frio. De vez en cuando se abria la puerta del patio.
No pudo pegar un ojo en toda la noche.
Continuará.